Este proyecto nació de la idea de un grupo de amigos con las mentes muy perturbadas. Componemos historias encadenando nuestras aportaciones individuales por turnos. Hay libertad de expresión siempre que se mantenga algo de coherencia entre parte y parte. ¿Quieres participar con tu creatividad? Pues contacta. Saludos del equipo y esperamos os gusten nuestras perturbadas historias ;)

martes, 29 de diciembre de 2009

Esto no es una historia de terror medieval (3) by Edeldir

"La luna se teñirá de sangre,
el sol se oscurecerá
y el grajo volará bajo...
pero en el momento del triunfo, las estrellas,
las apartadas e indiferentes estrellas vendrán a mi!"

Nonoramix recitaba estas palabras mientras removía una extraña mezcla rojiza entre seta y seta devorada.

- Llevas tres días removiendo esa puta mierda-dijo Ruibardo en un tono burlón y pendenciero-. Se puede saber que es? Un hechizo? un potaje? Nos traerá riqueza y fortuna, o si no alguna moruna? (Ante este último comentario Castañulfa acaricio una piedra, pero ante la cara de pánico de Ruibardo se contuvo)

Pues es comia-anunció Nonoramix- Una antigua receta bilbaína que me pasó un audaz montaraz nacido en el Norte. Allí lo llaman salmorresku. La receta se basa en dos tomates, cinco kilos de pan y algunos ajos.

Pero eso es...eso es una puta barbaridad de Pan!

En ese momento se escuchó un grito estremecedor. El más valiente caballero hubiera palidecido en su semblante al oírlo. Nonoramix casi tira la olla y Ruibardo susurro - Madre miiiaaaa!
Debe ser el viento-dijo Castañulfa- Nonoramix y Ruibardo abrieron los ojos como platos- si eso es el viento, como mínimo lo están acuchillando-dijo Nonoramix aún atónito. Wolmer empezó a jugar con un palito.

De nuevo el grito estremecedor. Y unas voces de fondo que parecían decir:
- "cuidaooooo con el cuelloooooo, cuidaoooooo!"
- "Lalalalalalalalala"
Algo se movió entre los arbustos. Los tres se acercaron a la hoguera. Castañulfa pillo una piedra y sacó su navaja, Nonoramix saco una barra de pan durísimo y Ruibardo comenzó un extraño bailecillo, a su bola.

De repente, de la oscuridad surgió un tipo moreno de mas de dos metros y medio que se abalanzó a gran velocidad hacia a ellos. Se apartaron, y el intruso pareció tropezar cayendo de bruces contra el suelo. Balu lanzó una llamarada a la cara del desconocido.

/***Onomatopeya de llamarada***/

- Aaaaaaaaaaaaaaaaaah! Gran bola de fuego mi quemar!- Entonces el enorme tipo se incorporó y era un muchacho normal, que estaba montado sobre un extraño artilugio con ruedas, de discos montados unos sobre otros, a modo de torre de Hanoi.

Quien eres!-Dijo Castañulfa-Hablas nuestro idioma?

Si, hola, soy Javillanes, el viajero del tiempo. Me deslizaba a través de un vórtice para alcanzar Avalon antes de la amenaza. Donde esta mi compañero? Él saltó antes de que el P.P. (N. del A.) impactara.

- Viajero del tiempo? Este chaval se ha dao en la cabeza.

- No, por favor escuchadme, tengo que llegar a Avalon.

- Avalon? Eso no es un grupo de trovadores? - Dijo Wolmer

- Avalon esta a seis días de camino, y en plena noche no vas a atravesar el bosque. Ya es tarde para pedir hospedaje en el pueblo. Quédate con nosotros al raso, hace buena noche. Mañana te indicaremos el camino y quizás tengas la mente mas despejada.

Se recostaron junto al fuego. Castañulfa le susurro a Ruibardo - permaneced atentos, no me fío de él.
- Que no te fías de quién? dijo Ruibardo a voces.
Castañulfa buscó consuelo al otro lado de la hoguera, pero solo encontró a Wolmer metiendole el palito que encontró por la oreja a Nonoramix. Suspiró con resignación y se durmió pensando "Que sea lo que Dios quiera".









(N. del A.) Extraño artilugio del futuro. A veces, querido lector, las notas de autor no sirven para nada ;)

lunes, 30 de noviembre de 2009

Esto no es una historia de terror medieval (2) by yiyuuna seishin

- ¡Ay!- gritó Ruibardo en un tono más agudo de lo normal al recibir la pedrada.
- Déjate de canciones que sólo vas a conseguir que nos echen de otro poblado más- espetó Castañulfa que estaba sentada junto a Nonoramix. Su mirada inteligente y su apariencia desaliñada presentaban a una ladronzuela trotamundos sin hogar ni oficio concreto. Poseía instinto de supervivencia y nunca hablaba de su familia ni de su pasado, por lo que todos sospechaban que escondía algún que otro secreto...

Los cuatro amigos conversaban mientras la noche avanzaba y los habitantes del poblado se iban ordenadamente recogiendo en sus aposentos. La figura de una joven aldeana apareció de repente y se aproximó al grupo:

- Buenas noches, me llamo Victoria. Mi marido y yo nos preguntábamos si dispondríais de algún refugio para pasar la fría noche. Podemos ofreceros sitio en nuestro establo, aunque no tenemos mucha comida para compartir.

Todos se miraron sorprendidos ante tanta amabilidad y dudando de quién daría respuesta. Ruibardo casi que empezó a decir que sí con la cabeza y a recoger sus pocas pertenencias cuando Wolmer habló:

- Agradecemos vuestro amable gesto pero estamos acostumbrados a dormir a la intemperie, además somos ruidosos - esto lo dijo lanzando una mirada al trovador- y no queremos causar problemas.

Acabando esta frase Nonoramix aprovechó para masticar a escondidas otra seta rara...

- Muy bien como queráis si necesitáis cualquier cosa, nuestra casa es aquella- dijo señalando un punto con su mano que en la oscuridad no se distinguía para nada- que Dios os aguarde.

Castañulfa reprimió una risa ante la última frase y todos vieron cómo se alejaba la joven. Los lobos volvieron a aullar.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Esto no es una historia de terror medieval (1) - Wolo

Bueno, antes de comenzar, he de co mentar que somos un grupo de personas que trabajamos en su mayoría en un mismo sitio, y podríaque la personalidad de ciertos personajes puede ser parecida con algunas de ellas; y aunque muchas de ellas no escriban aquí, quedarán perpetuados en esta historia.

Esto no es una historia de terror medieval.
Era una noche de luna llena, los lobos aullaban en el bosque, no lejos del poblado. Las hogueras todavía estaban encendidas, aunque comenzaban a disminuir su luz al no ser ya alimentadas. Al refugio del calor y la seguridad de la llama, se encontraban un grupo de viejos amigos, en su mayoría. Con los rostros algo cansados se resistían a dar fin a sus discusiones sobre la vida.
- Te lo juro, había mas de cien catapultas. - Dijo Wolmer hijo de Pacomer, descendiente de un linaje de jinetes de dragón, fue repudiado de la familia por no sacarse la licencia de dragón a la primera, aunque ahora tenía un dragón de segunda mano, llamado Balú, un poco estropeado fisicamente, al menos servía para volar o para algo parecido.
- Que no hombre, ya quisieras, en la vida vas a ver tanta catapulta junta, además no me creo que ese bicho sobrevolara nada. - Esto lo dijo Nonoramix, supuesto druida, solía elaborar pocimas con hierbas y setas que llevaba siempre encima, se supone que tenían algun efecto benefiocioso, pero lo único que había conseguido era perder trozos de barba, dandole un aspecto peculiar.
- Que no dices...
- Tiii tiii tii ti ti - los interrumpió un tipo que llegaba andando con andares de Chaplin mientras chasqueaba los dedos - ¿una cancioncilla? que esto que hablais es basura. -Se llamaba Ruibardo, trovador frustrado, siempre había querido una mandolina, pero lo único que había conseguidoera un uquelele. Su pasado estaba manchado por un asunto de plagio de serenatas con un tal Miguelangelo Bosé, por lo que decidió salir a recurperar su honor buscando aventuras que relatar. Por ahora solo había conseguido una pedrada en un experimento sociológico de la cuarta acompañante, Castañulfa.

PD: El primer parrafo es obra de yiyuuna

Misha en stand by

Por diversos motivos la historia de Misha queda aparcada de momento a la espera de ser retomada en un futuro. Pedimos disculpas a los lectores y paciencia. No te olvidamos Misha pero la trama ya es suficientemente compleja y nos requiere más tiempo la elaboración de cada entrada.

Hasta pronto.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Misha 11 (clairvoyager)

(Toltec 7 arrival)

El singular grupo que ahora mantenía a Misha cautiva en la cabaña en medio de la nada era singular. Había dos hombres, uno joven, con barba y gorro azul, con cara de pocos amigos, y otro mayor que era el que se había dirigido a ella hasta el momento, con gafas de cocha y cara redonda y colorada. El trío lo completaba una mujer con cara alargada y ojos negros penetrantes.

La cabaña era muy pequeña, solo una habitación con una mesa redonda de madera en el centro con 4 sillas, una chimenea al fondo, un fregadero con un mueble bajo a un lado, y una pila de mantas y esterillas al otro lado. Una ventana a cada lado de la casa y una alfombrilla bajo la mesa completaban el panorama.


Una vez que estuvieron los cuatro en el interior de la cabaña y la puerta cerrada, el hombre que parecía el líder invitó a Misha con un gesto a tomar asiento junto a la mesita. Él se sentó también. El hombre joven permació de pie y miraba nerviosamente por la ventana, mientras que la mujer permació de pie en medio de la habitación.
  • Vamos Natasha, ofrécele algo de comer a nuestra invitada - dijo el hombre de la cara redonda sonriendo a Misha.

La mujer emitió un gruñido de reprobación ante la orden del jefe y se volvió hacia el armario bajo el fregadero buscando en su interior.

  • Debes disculpar sus modales, no está acostumbrada a tratar con gente distinguida como usted señora Bernard – dijo el hombre de la cara redonda con una sonrisa de oreja a oreja.

Tendió la mano a Misha y dijo con voz suave:

  • Mi nombre es Noah y necesitamos su ayuda.

A Misha le pareció mala señal que fuera conociendo sus nombres, quizás no pensaban dejarla con vida. Pero, ¿y si eran amigos despues de todo? ¿Por qué necesitaban su ayuda? ¿Qué podía tener ella que ellos quisieran? ¿Tenía esto que ver con la desaparición de Eric? Por el momento, decidió que lo mejor era guardar silencio y esperar. Asintió con la cabeza al hombre de las gafas de concha pero no tomó su mano. Noah recogió la mano sin flaquear en su sonrisa, si bien con un cierto cambio en el brillo de sus ojos.

Mientras tanto, Natasha colocó, o más bien dejó caer sobre la mesa, delante de Misha, un hatillo de tela blanca, una botella de líquido blanco en un vídrio transparente y un vaso de cristal turbio. A continuación tomó asiento al lado de Misha, a horcajadas sobre una de las sillas con el respaldo junto al pecho. Miraba a Misha con la cara doblada y el gesto serio. Misha rehusó el contacto ocular y prestó atención al contenido que había puesto sobre la mesa.

Estaba ciertamente hambrienta. Abrió el hatillo de tela, que contenía un trozo de pan seco, pero en buen estado. Examinó por un momento la botella y determinó que debía ser vodka. Arrancó un pellizco de pan y se lo metió en la boca. Seguidamente bebió un buche de la botella, apartando el vaso a un lado.

  • Vamos, ponle la cinta – apremió el joven junto a la ventana.

  • Sí, será mejor que vayamos al grano - dijo Noah.

Acto seguido sacó una grabadora de casete de una bolsa que llevaba y la colocó con cuidado encima de la mesa. A continuación presionó el botón con la inscripción en verde de “PLAY”.

A Misha por poco se le cae el mendrugo de pan de la boca cuando oyó la voz de Eric.

  • Hola cariño – hubo una pausa. De fondo se escuchó el sonido de una sirena y como el rumor de un tumulto no lejos del lugar de la grabación. A continuación, un profundo suspiro.

  • Si escuchas esto es que me han atrapado y probablemente estoy muerto – continuó la voz. Ante todo perdona por lo que te he hecho pasar estos últimos meses o incluso años. Me he metido en algo donde no debía meterme y... - la voz pausó unos segundos- … me he visto sobrepasado. Bueno, nunca se me han dado bien las despedidas así que iré directamente al asunto. Estás en peligro. Yuri debería hacerte llegar esta cinta. Tienes que salir de Rusia, buscar un sitio donde no te encuentren, no sé, Ecuador o Sudáfrica. No será fácil pero tienes que ser valiente. Verás, todo empezó en la reunión en el hotel Wacheng Huafu hace un par de años. Allí conocí a ...

Luego el sonido se volvió ininteligible. Eric seguía hablando pero sus palabras no eran distinguibles. El sonido del tumulto de fondo era demasiado alto de pronto como para distinguir nada. Luego, se escucharon disparos y la cinta cesó. Durante unos segundos, solo el sonido de la cinta en blanco rodando sobre el casete flotaba en el ambiente. Luego el jefe del trío captor presionó el rojo botón de “STOP”.

  • ¿Dónde estaba Eric cuando grabó esa cinta? ¿Cuál es el contenido que falta? - Misha rompió el silencio con desesperación, los músculos de su cuello tensos y los ojos muy abiertos.

  • Bueno, señora Bernard, esperábamos que usted pudiera decírnoslo - dijo el hombre de las gafas de concha.
  • Mierda, nos han descubierto, hay que largarse de aquí – dijo el hombre joven desde la ventana.



domingo, 8 de noviembre de 2009

Misha 10 (Edeldir)

15 de Septiembre de 1956, Hotel Internacional Wacheng Huafu, Beijin.

(Musica de fondo)

- La teneis?
- Si señor. Nuestro contacto nos informan de que han conseguido sacarla del Psiquiatrico.
- Ese estupido de Eric casi lo echa todo a perder. Hay que eliminarla.
- Pero señor, es muy posible que consigamos dar con Eric si sabe que la tenemos.
- Es muy peligroso. El acercamiento de nuestro gobierno con Washington hace que se vea mas cerca el fin del enfrentamiento, y en estos momentos no nos conviene. Eric puede equilibrar las cosas, pero ese maldito cobarde se ha echado atrás en el último momento. Parece que no ha aprendido nada de nosotros.
- Entonces la eliminamos sin mas señor?
- Filtrad que la tenemos y esperad dos dias. Si Eric sigue sin dar señales de vida acabad con ella. Se sabe algo de Yuri?
- Ha cumplido perfectamente su papel Señor. Nos la ha puesto en bandeja a pesar de su reticencia al principio.
- Aún así, trabajaba muy cerca de Eric y ha flaqueado. No tengo clara su lealtad al partido. Seguiremos usándolo mientras te instalas. Trabajarás como próximo enlace Sasha. Cuando llegues allí encargate de él.
- Si señor.

Sasha salió de la habitación con una sensación de victoria. Por fin tenía una oportunidad de resarcirse. No perdonaría los desplantes de Yuri cuando él era solo un principiante, dejandolo en ridículo. Yuri esta vez no se saldría con la suya.

Misha 9 (yiyuuna seishin)

(Música para acompañar la lectura)

"Somos actores que entran en el escenario sin tener ningún papel estudiado de antemano, ningún cuaderno con el argumento, ningún apuntador que nos pueda susurrar al oído lo que debemos hacer. Tenemos que elegir por nuestra cuenta cómo queremos vivir" Sartre

El escenario que contempló Misha tras acostumbrar de nuevo sus ojos a tanta luz, no la tranquilizó. Tres encampuchados con pasamontañas la observaron, deteniendo su conversación por un instante, como para comprobar si estaba o no consciente, y seguidamente uno de los tres entró para sacarla fuera. Misha trataba de extraer toda la información que pudiera de todo lo que le estaba sucediendo tan rápidamente, cualquier detalle que más adelante quizás la ayudara a recomponer este incoherente y atropellado puzzle de acontecimientos. Uno de los encampuchados llevaba gafas de concha, la luz cegadora que reflejaba la nieve, lanzaba destellos en aquellas gafas tras el que se ocultaba al parecer el cabecilla del grupo, pues nada más bajar del camión comenzó a dar órdenes a los otros dos en una lengua que a Misha le pareció de alguno de esos países del Este (eslovaco, rumano?...). Luego se dirigió a ella hablándole en su idioma con un tono de lo más amable, terroríficamente amable le pareció a ella:

-"Señora Berland",- Berland era el apellido de Eric- "si usted colabora y no nos pone las cosas difíciles, yo me encargaré de que se la trate como es debido. Si por el contrario, se porta mal, me veré obligado a no ser tan amable"- subió el tono al pronunciar la palabra amable- "con usted. Lo ha entendido ¿verdad?".

Habían comenzado a caminar los cuatro, mientras el hombre de las gafas de concha hablaba, dirigiéndose a una especie de cabaña o refugio en mitad de la nieve. Misha lo observaba todo disimuladamente, aquel paraje era desolador, estaban en mitad de una naturaleza blanca que no daba ninguna pista del lugar, ni  se adivinaban otros signos de civilización cercanos. Aquella visión de amplitud y extensión la hizo recuperar  por un instante aquella oxidada sensación de libertad, aunque el sentimiento le duró poco al darse cuenta de que seguía atrapada, simplemente estaba cambiando de "cárcel".  Logró parar sus pensamientos, había estado prestando la mínima atención necesaria a las pausadas palabras de aquel hombre para contestar afirmativamente a su pregunta con un gesto de su cabeza, pero no logró pronunciar ninguna palabra de su boca.

- "Buena elección"- se limitó a añadir aquel hombre.

Entraron en el refugio cerrando la puerta tras de sí. Los encapuchados, algo más relajados, se quitaron los pasamontañas. Eran dos hombres y una mujer, ninguna cara conocida para Misha, aunque trató de recordar si alguno de ellos quizás estuviera en aquella foto que había visto. El hombre de las gafas de concha ahora la miraba satisfecho, con una amplia sonrisa en su rostro:

-"¿Tiene hambre señora Berland?"-

viernes, 6 de noviembre de 2009

Misha 8 (Carmen)



Unos pasos pesados detrás de ella le llevaron a intentar ocultar su reciente hallazgo, pero un golpe seco en la nuca hizo que se desplomara mientras dejaba caer la fotografía de su marido.

Un fuerte dolor que la recorría desde los riñones hasta la base de la cabeza le impidió moverse y huir tal y como su primer impulso le dictaba. Forzada a permanecer tumbada, al menos por el momento, poco a poco fue desenredando los pensamientos que se empeñaban en asaltar su mente una y otra vez de manera desordenada. Decidió analizar su situación (y en ese momento se dió cuenta de cuánto tiempo llevaba sin poder analizar nada a fondo). Zarandeada de forma brutal en una especie de habitación oscura de metal, supuso que se hallaba en el interior de algún tipo de camión. Pasada la primera sensación de negrura total, se percató de que por una estrecha rendija se colaba un ligero rayo de luz, azul como el hielo. Gracias a eso pudo ver que se hallaba rodeada de unos extraños bultos informes y oscuros. Ignorando los latigazos de dolor que le cortaron la respiración cuando se incorporó, se fue acercando lentamente a uno de esos objetos - «¡Tela! Aquí hay algo más...» - torpemente, iba palpando el tejido - «una especie de parche...tiene una forma extraña...parece una estrella...¡son uniformes! Uniformes de seguridad, ¡ja!». Se sorprendió a sí misma recuperando el sarcasmo que tanto irritaba a Eric cuando ella fingía inocencia ante sus misteriosas idas y venidas. Sí, ahora lo recordaba. Las drogas del estúpido psiquiátrico casi le hacen perder la memoria, pero en ese momento comenzó a recordar su auténtica vida conyugal. Si bien de puertas para afuera ellos eran un matrimonio ejemplar, la realidad en la intimidad era bien diferente. No es que ella no le quisiera, pero el secretismo que rodeaba cada vez más sus misiones fue despertando poco a poco una gran inquietud en ella, lo que motivó cierto distanciamiento entre ambos. Un mar de dudas ahogaba sus pensamientos. ¿Desapareció Eric porque temía que le hiciera preguntas que le obligarían a mentir? ¿Lo hizo para protegerla? En ese caso, se habría marchado por su propia voluntad...
Un frenazo en seco la estrelló contra una de las paredes del camión y cortó radicalmente el hilo de sus pensamientos. Fue consciente de nuevo de su situación y se sintió como un animalillo abandonado y apaleado. Tiritando, convulsionándose por el dolor, por el frío, por el odio, tan sólo podía agazaparse en un rincón mientras oía pasos sobre nieve, golpes de puertas cerrándose, palabras de tono soez que era incapaz de entender y, finalmente, el chasquido de un pestillo y el chirrido de unas puertas que se abrían para dejar paso a una lechosa claridad que la cegó por unos instantes.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Misha 7 (por Torrance)

Ni siquiera le oyó.

Mientras trataba de asimilar qué diablos era lo que había ocurrido, vio como su compañero de habitación saltaba entre los escombros y se abría paso entre los hierros retorcidos del camión. Le vio correr, tratando penosamente de arrastrar sus más de cien kilos, hacia el trozo de valla derribado. Vio como uno de los guardias de seguridad, un joven alto y fuerte como una secuoya, arrancaba a perseguirle mientras le preguntaba que dónde coño creía que iba. Vio como su compañero, un tipo enjuto de piel desolada y mirada despiadada, sacaba su arma reglamentaria, la besaba con mimo (sentía mucho más amor por su arma que por cualquier otra cosa en el mundo, incluida su mujer, sus hijos y su madre) y le susurraba algo que Misha no pudo entender. Le vio apuntar al blanco perfecto en que se había convertido el sujeto gordo que corría jadeante (ya apenas podía respirar).

Le vio disparar (años más tarde, Misha seguiría recordando con asombrosa claridad el seco sonido del percutor que pudo oír justo antes del estruendo del disparo).

Vio caer pesadamente el cuerpo de su compañero de habitación mientras pensaba que, después de tantos días, ni siquiera sabía su nombre. A partir de ahí, todo se aceleró y se hizo confuso. Había gente por todos lados. Algunos enfermos salieron del edificio y corrían de un lado para otro, como niños en un patio de colegio. Los médicos y las enfermeras trataban de poner orden mientras los guardias de seguridad calentaban sus porras. En medio del caos, Misha se dejó caer en el suelo, aturdida. Giró la cabeza a un lado y a otro tratando de encontrar algo que le confirmara que lo que estaba viviendo no era un sueño. En la habitación de al lado, enterrada entre los restos del muro exterior del edificio, distinguió una pequeña caja de madera, una de esas cajas de puros americanos con los que se solía traficar en el mercado negro.

-Esa caja debía de estar oculta en algún escondrijo de la pared -pensó mientras se incorporaba.

Limpió con cuidado la arena que recubría la tapa (descubrió que los puros eran nicaragüenses) y abrió la caja. En su interior, una pequeña y desgastada libreta de notas, algunos papeles doblados, un lápiz que necesitaba ser afilado y una foto donde podían verse tres hombres sentados en lo que parecía la mesa de un café. Necesitó unos segundos para reconocer a uno de ellos, el único que no sonreía. Bajo un sobrero gardeliano de color gris oscuro y un frondoso bigote que le cubría el labio superior, el rostro seco de Eric.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Misha 6 (Wolo)

Llevaron a Misha de nuevo a su habitación. Se quedó observando por la ventana de aquella pequeña habitación, la habitación daba al jardín, estaba todo nevado, en el cesped quedaban restos de nieve de un mal trabajo con las pala. La valla que rodeaba al manicomio no se veía muy robusta, era de alambre entrelazado, quizá era demasiado alta para ella, además de el alambre de espino que invitaba a no intentar traspasarla . Tan sólo deseó poder salir de allí, suspiró y cerro los ojos.

Se escuchó un estruendo, un sonido agudo continuo como de una bocina y la caída de algo metálico, abrió los ojos y vio como un camión se acercaba a gran velocidad hacia la ventana. No supo que hacer, así que se agachó instintivamente para no verlo venir. El camión deslizó por el césped hasta chocar bruscamente de lado contra la pared echando abajo parte de ella, dejando casualmente la ventana intacta, excepto por los cristales quebrados por el golpe.

Misha se levantó y observó la situación, un camión volcado echando humo, que para su sorpresa no tenía conductor, una habitación sin pared y una valla caída. El compañero de la habitación contigua, que había sufrido la misma suerte le habló.

- ¿Parece que es la hora de irse no?

lunes, 2 de noviembre de 2009

Misha 5

Llegó el momento de la verdad, la puerta del pequeño despacho se abrió e Igor acompañó a Misha hasta una silla situada frente a un escritorio tras el que se encontraba el Doctor Zoiburk, recostado en su cómodo sillón de piel gris. Misha se sentó en silencio, Igor se retiró a una de las esquinas del despacho a espaldas de Misha y el doctor Zoiburk comenzó su sesión rutinaria de comprobación de estado del paciente.

- Hola Misha, ¿qué tal te encuentras hoy?

- Muy bien doctor -respondió Misha, con la mente totalmente calra y lúcida. Hoy si estaba en condiciones de jugar...

- ¿Qué tal van esos dolores de espalda?

- Ya me encuentro mucho mejor, seguí su consejo: hice los ejercicios que me recomendó y procuré no hacer esfuerzos. Ya me encuentro totalmente recuperada.

- Ya veo. Y... en cuanto a Eric, dígame, ¿cómo dijo que había muerto?

- ¿Eric?, pero si ya se lo he dicho cientos de veces doctor -dijo Misha muy amablemente, sin mostrar el más mínimo atisbo de enfado.

- Es cierto, pero, ¿sabe una cosa? Yo tengo que supervisar a todos los pacientes de este centro, y claro, son tantos, que a veces me olvido, ¿podrías contármelo de nuevo, por favor?

- Es que me da mucha pereza repetir otra vez toda la historia. Busque entre sus papeles, seguro que lo tiene escrito por ahí, yo sé que usted toma nota de todo lo que le cuento.

- Je, je, tienes razón, pero es que esta mañana he salido con muchas prisas y he cogido el expediente de otro paciente por error en lugar del tuyo, y ya que estamos aquí, sería una pena posponer tu revisión para otro día, ¿no te parece? Anda, cuéntamelo de nuevo, por favor, aunque sea sólo un resumen.

- Está bien, se lo contaré -contestó Misha simulando resignación-. Aunque hay poco que contar, mi marido fue arrestado por la policía y juzgado por cometer crímenes contra el gobierno. Yo nunca estuve al tanto de sus acciones, por lo que no tengo idea de cuáles pudieron ser esos crímenes, pero tuvieron que ser muy graves, pues lo condenaron a cadena perpetua. Durante su traslado a prisión intentó fugarse, aunque tampoco me contaron los pormenores de su malograda huida, sólo sé que uno de los guardias no tuvo más remedio que abatirlo de un disparo con su arma reglamentaria. Eso es todo lo que sé, es la información que aparece en el informe que me dieron cuando algunas semanas después tuve que pagar los gastos de su detención.

- Mmmmmm, ya veo... -decía para si el doctor Zoiburk mientras leía unos papeles-. ¿Y qué hay de la trama de contraespionaje y del operación para robar información militar de alto secreto del gobierno?

- ¿Qué?, ¿qué dice usted? No sé de qué me está hablando, ¿por qué cambia de tema?

- ¿Qué me dice de la trampa de los americanos y del asesinato de su marido? -volvió a insistir el doctor Zoiburk.

- Doctor, me parece que se está equivocando. Está usted leyendo el expediente de otro paciente, ¿no se acuerda?, me ha dicho al principio que se había equivocado esta mañana y cogió otro que no era el mío por error. Esas preguntas no tienen nada que ver conmigo.

- ¡Ah!, si, es verdad... je, je, ¡qué despiste!, perdona, ya no me acordaba -contestó el doctor intentando salir de la situación de la forma menos comprometedora posible.

- Creo que le vendría bien un descanso, doctor, trabaja usted mucho últimamente.

- Si, tienes razón en eso, ja, ja, ja. Bueno, creo que te haré caso y me iré a descansar un poco, puedes retirarte Misha, ya ha sido bastante por esta vez.

- De acuerdo. Que pase usted un buen día doctor.

El doctor Zoiburk asintió con la cabeza mientras Misha salía del despacho acompañada por Igor, el cual había permanecido impasible durante toda la conversación. Al salir de la sala, Misha sonrió para sus adentros: "muy bien, esta vez lo he conseguido, sin esas malditas pastillas soy capaz de evitar decir lo que pienso verdaderamente".

Mientras tanto, el doctor Zoiburk permanecía en su despacho revisando los expedientes de los pacientes a los que había interrogado. Para él, Misha no era más que una paciente como cualquier otro, pues desconocía las circunstancias por las que Misha había llegado a aquel centro.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Misha 4

El tiempo parecía ir a cámara lenta, y la percepción de Misha se incrementó enormemente, los efectos de la medicación del día anterior debían estar ya fuera de su sistema. Observaba a Igor mirándola con disimulo desde su posición erguida junto a la puerta que daba al ala Este del asilo. Veía al Doctor Zoiburk, con esa pose tan característica suya con las manos entrelazadas sobre el pecho y tamborileando con los dedos, mientras asentía y sonreía por cada paciente que veía tomar la medicación.

Ya solo quedaba una persona delante de ella, tenía que evitar tomar la pastilla pero, ¿cómo? Mientras su cabeza corría a mil por hora tratando de encontrar una solución, sus manos se agitaban nerviosas en los bolsillos de los raidos pantalones de su uniforme, de un blanco amarilleado por los incontables lavados con lejía. En el bolsillo izquierdo, la bala de la Tokarev, en el derecho, nada.... bueno, nada no, sus dedos encontraron una bolita, probablemente un girón de tela casi suelto por el desgaste.

Con facilidad desgarro la pelotilla de hilos, y fingió toser llevándose la mano a la boca y deslizando la bola en su interior. Le tocaba. La enfermera le dio una pastilla blanca y un vaso de plástico con un poco de agua. Su mirada era inquisitiva. Misha hizo lo posible por sonreir, sin conseguirlo realmente. Se metió la pastilla en la boca y tragó. La enfermera no notó nada especial y Misha salió de la fila. Miró de reojo al Dr. Zoiburk y a Igor, y ninguno parecía haber notado nada extraño. Cuando se sintió fuera de las miradas, se sacó la pastilla de debajo de la lengua y la tiró en una papelera del salón, mientras se dirigía a la sala de descanso, donde la mayoría jugaba al ajedrez o miraba la nieve caer por la ventana.

Esa tarde debía demostrar en la revisión semanal al Dr. Zoiburk que había superado su crisis y debía dejarla salir de allí. De alguna forma, Misha sentía que su suerte había empezado a cambiar.

Misha 3

A la mañana siguiente comenzó para Misha la misma rutina de todos los días. Se escuchó la voz del personal del asilo a las 7:30 de la mañana despertando a los internos. El ala de habitaciones de Misha tenía hoy como cada Jueves a de encargado a Igor. Igor era la única persona de todo el asilo con la cúal había entablado cierto contacto Misha. Igor, un hombre fornido de poco más de 30 años, era muy reservado y aparentaba ser muy duro, pero tenía una sensibilidad fuera de lo normal que llamó la poca atención que pudiera tener Misha. Era muy atento con ella, y cuando Igor veía la ocasión, hablaba y charlaba con Misha de temas banales que la hacian sentirse viva, aunque muchas veces fuera un monólogo más que una conversación, pues solía estar con demasiada frecuencia tan sedada que no era ni capaz de mantener la saliva dentro de la boca.

Una vez en pie, Igor acompañó a los internos al salón central,  donde formaban una fila con los internados de todo el asilo para que la enfermera les fuera dando las pastillas a cada uno, las cuales eran casi siempre las mismas para todos, cambiando solo la dosis si el individuo tenía un carácter más agresivo de lo normal, o si simplemente asi le parecía a la enfermera. La fila avanzaba con rapidez, y pronto sería el turno de Misha. Necesitaba estar lúcida para poder pensar con claridad y salir de aquel lugar. Sin embargo la enfermera no tenía intención de dejar que los internos tuvieran libre albedrío, y comprobaba uno a uno que tragaban las pastillas colocándo su mano en la garganta de cada interno para asegurarse que tragaban la pastilla. Misha estaba inquieta, e Ior pudo percatarse de tal hecho mirándola con una cara extraña. Ya solo quedaban dos y sería el turno de Misha, tenía que pensar en algo rápido...

Misha 2 (yiyuuna seishin)

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Misha se sentía atrapada en aquel sitio. Aquel último año había sido de los peores de su vida y estaba deseando que finalizara. En su cabeza se acumulaban multitud de preguntas sin respuesta, y ahora más que nunca, se sentía sóla. ¿Por qué le había pasado todo aquello?¿Por qué le habían arrebatado a Eric?¿Por qué?¿Y dónde estaba Yuri ahora que más necesitaba a su mejor amigo? Dentro del asilo era imposible pensar, razonar y escapar de los continuos gruñidos extraños, enajenadas voces y desvaríos de los otros pacientes. Además la medicación que recibía era lo bastante fuerte para tumbar a un caballo (o dos), así que tampoco la ayudaba. Volvió a mirar la bala en su mano izquierda, volvió a sentir la impotencia que la había arrastrado hacia ese inmundo lugar. Tenía que controlar sus emociones y recuperar la suficiente cordura para escapar de allí.Quedaba mucho por hacer para encontrar las respuestas que buscaba. Lo primero sería convencer al doctor Zoiburk (o era Zoiber?, nunca lograba recordar bien su nombre pero sí podía reproducir mentalmente a la perfección esa cara enrojecida, esos ojos hundidos escondidos tras unas minúsculas gafas algo viejas, que le daban un aire un tanto ridículo pues se le escurrían continuamente de aquella pequeña nariz respingona y puntiaguda). Sí, tenía que hacerle ver al doctor que se había recuperado, que estaba sana, tan sana como para no tener que estar allí. De pronto sintió frío, dejó sus planes de huida por un momento para volver al presente y mirar por la ventana. Estaba nevando y la nieve había cubierto todo el patio de recreo, donde solían sacar a pasear a los pacientes de vez en cuando por la mañana. Recordó un día de invierno en el que ella y Eric estaban quitando nieve de la entrada de la casa y acabaron en una divertida batalla campal tirados por el suelo. Hizo un gesto de negación con la cabeza. No, tenía que recuperar e invertir sus energías en esclarecer aquel turbio asunto. Tenía que hacerlo por Eric, pero sobretodo por ella, porque ella merecía conocer la verdad. Era un poco tarde, pronto apagarían las luces para que todos fueran a dormir. "Mañana", pensó Misha. "Mañana veré al doctor y pronto... pronto saldré de aquí". Con una sonrisa llena de esperanza quedó su rostro antes de caer en un profundo y anestesiado sueño.

Misha 1

12 de Septiembre de 1956, asilo Neuropsiquiátrico Taiga, Siberia.

Misha sostenía en la mano la bala de una Tokarev(1). Era su última adquisición previo pago a la administración Soviética, y la misma con la que hacía 3 meses habían matado a su marido Eric(2). Desde el último año todo había sido una vorágine de desgracias. Los motivos de la desaparición de su marido continuaban siendo un misterio para ella. Había hecho un esfuerzo tremendo por seguir su rastro en Estados Unidos, Cuba, Inglaterra, Japón y China. Cualquiera hubiera abandonado la búsqueda pensando en una repentina separación, que Eric hubiera encontrado a otra persona, una vida nueva, pero un año atrás todo era perfecto. Su vida acomodada, ambos trabajando para la administración en Leningrado(3) y perspectivas de un futuro prometedor ya que habían dado un cargo mas importante a Eric, lo cual resultaba un poco raro, ya que en poco tiempo había conseguido ascender de categoría varias veces, a pesar de ser extranjero. El último año había tenido dos estancias largas en Estados Unidos e Inglaterra pero a su vuelta todo era como siempre, perfecto.
Los medicamentos la tenían bastante confusa y no conseguía pensar con claridad. Si la situación no era ya lo suficiente complicada, su internamiento tras su última crisis parecía la gota que colmaba el vaso. Yuri, hacía mas de dos semanas que no la visitaba, y esto tampoco lo entendía. Tras la desaparición de Eric, Yuri se había esmerado en ayudarla, tranquilizarla y darle ánimos, pero cuando se supo de la muerte de Eric, todo había cambiado. Ni siquiera la acompañó cuando los sanitarios vinieron a casa.

Conocía a Yuri desde pequeño, era casi como su hermano y él mismo fue quien le presentó a Eric. Eric y él trabajaban en el mismo departamento y pasaban mucho tiempo juntos, incluso en sus viajes. Poco antes de la
desaparición de Eric habían discutido un par de veces, pero nada importante. Había mucho trabajo y tenían que trabajar codo con codo, eranormal tener algún roce.

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(1) Pistola rusa que mas tarde se fabrica en Hungría, Polonia y China,
siendo además reglamentaria en esas naciones.
(2) La administración de la Unión Soviética obligaba a pagar a la
familia de cualquier persona que fuera en contra del gobierno los gastos
de su detención.
(3) Actual San Petersburgo.

jueves, 1 de octubre de 2009

Per 1. Prueba de Entrada

Aquí Introduciré la Historia de Per al completo día por día. Me reservo este espacio :D, lo haré poco a poco.